Sobre mí

«Ignorar la Segunda Ley de la Termodinámica es como ignorar a Shakespeare»

(Charles Snow, físico y novelista)

Llevamos tres siglos separando el conocimiento en dos grandes bloques. ¿Ciencias o letras? ¿Entropía o Hamlet? ¿Logaritmos neperianos o arte egipcio?

Si no lo has hecho ya, indígnate ahora: el sistema educativo segrega la química del arte y la matemática de la música. ¡Como si no fueran patas de la misma mesa!

En este taller doy soluciones narrativas y literarias a personas que trabajan en ciencia y cultura.

Eso incluye un abanico de perfiles bastante amplio: desde medios de comunicación que apuestan por publicar artículos de fondo sobre medio ambiente a estudios de videojuegos que quieren vender su trabajo en la red, comisarios de exposiciones que necesitan un comunicador en su equipo, restaurantes que quieren contar la historia de sus platos o agencias de comunicación que miman cada detalle de su proyecto.

¿Sabes cuántas buenas ideas fracasan porque se comunican mal? Demasiadas. Tantas, que da mucha rabia. Es como mirar a alguien cortando un jamón ibérico de bellota con una sierra de marquetería.

¿De dónde salgo?

Nací en Pamplona una tarde de invierno de 1980. Siempre me gustaron los libros, los árboles, los bocadillos de bonito encebollado, las tiendas de antigüedades y el mar. No siempre en ese orden.

Mi madre lee a todas horas. De Miguel Delibes a Terenci Moix pasando por las historietas del Profesor Cojonciano que publicaba Óscar Nebreda en El Jueves. A ella le debo los libros. Leer es mi alimento, mi transbordador y mi refugio.

Aprendí a escribir a máquina con la Olivetti de mi padre, transcribiendo Lumbánico en el planeta cúbico y un recetario familiar liderado por un bizcocho de limón y los pichones en salsa de fiesta.

Compartí piso con un crupier cubano que no entendía el cóctel musical que salía de mis altavoces, pero que lo bailaba todo: Buena Vista Social Club, The Doors, Milladoiro… Esta también soy yo.

Fui reportera en el Diario Vasco, El Correo y El Mundo. Quise trabajar en una granja en las Highlands escocesas y mejorar mi inglés. Ahorré algo de dinero enfrentándome a los clientes de una terrorífica franquicia de telefonía móvil, hasta que llegó una inesperada oferta de trabajo de Lanzarote que desbarató mi plan.

Cambié Escocia por Canarias y volé hasta la isla de los volcanes con una mochila para seis meses. Poco a poco, aquella eventualidad se convirtió en 18 años de fascinación y en miles de párrafos escritos en esta latitud africana.

Quizás me hayas leído alguna vez bajo la firma M.J. Tabar.

¿Por qué Juntaletras?

Las palabras nombran herramientas, sentimientos, cambian con la geografía y el clima, con las modas y la realidad de cada época.

Aunque la Real Academia no recoge el término juntaletras, tiene un uso despectivo: alude a una persona que se limita a ensamblar letras sin pensar en su alcance.

Aquí no. En este espacio de trabajo, juntaletras hace justicia al trabajo técnico y de ciencia aplicada que ejecutan los narradores.

Que no te engañen: la escritura no brota del susurro de una musa, sino del aprendizaje y la constancia. Para saber qué letras juntar hay que tener la mano manchada de tinta, leer mucho, preguntar en la misma medida y, a veces, ser invisible.

Es lo que he aprendido en dos décadas de trabajo como redactora.

Harta del clickbait, de la precariedad de la profesión periodística, de los intermediarios y de la dictadura de las notas de prensa subvencionadas, en 2012 decidí crear este taller.

Va, ahora te toca a ti. 🙂

Pixelada y con ropa de trabajo en mi jardín mental.

Juntar: tr. Unir unas cosas con otras.

Letras f. coloq. p. us. Sagacidad y astucia para manejarse / f. Cada uno de los signos gráficos que componen el alfabeto de un idioma.