En 2024 empecé a trabajar con el Parque Nacional de Timanfaya para redactar los textos del fotolibro de Néstor Rodán y Justo Gómez: un viaje gráfico inédito por las lavas que derramaron las erupciones del siglo XVIII en Lanzarote.

Corazón de fuego y ceniza muestra colores, formaciones, vistas aéreas y geomorfologías espectaculares de este parque nacional, el único eminentemente geológico de España.
¿Dónde se puede comprar? En las tiendas de Montañas del Fuego y del Centro de Visitantes e Interpretación de Mancha Blanca además de en la web de Simbiografía, estudio profesional de los autores.
Las imágenes se hicieron igual que los textos de este taller: a fuego lento, después de diez viajes y tres años de visitas al parque nacional. La naturaleza marcó el ritmo del trabajo, ya que los dos fotógrafos usaron un dron de la única forma posible: con supervisión de un ornitólogo, evitando épocas de cría de aves y cualquier interferencia con la vida natural.
Néstor y Justo están muy acostumbrados a transitar por espacios naturales, pero aquí tuvieron que aprender algo nuevo: a caminar por las sendas de lapilli siguiendo la huella de sus guías, sin salirse ni un centímetro del camino. Todo este contexto es importante y da mayor valor aún al libro.
Para sumergirme en los valores naturales y culturales del parque, hice dos visitas y caminé por lugares donde sólo llega la comunidad científica o los trabajadores del parque. Tuve un guía excepcional: el director conservador Pascual Gil.
El viento, los colores y el paisaje mineral resonaron en mí. Me sentí minúscula y al mismo tiempo, partícipe de algo enorme. Timanfaya me pone en mi sitio igual que cuando contemplo el parpadeo de Betelgeuse en el cielo.
Gracias a la bióloga Rosa Betancort aprendí a distinguir formas y a ser consciente de la importancia de los trabajos de conservación que se realizan en el parque, que se encuentra celebrando los cincuenta años de su declaración como parque nacional con un interesante programa de actividades.
Timanfaya es un laboratorio vivo. Un sitio único en el mundo que podría ser el motor del cambio en Lanzarote.
Me parece una poderosa razón para desarrollar una industria basada en la ciencia, la investigación y la conservación de los ecosistemas. Un espacio que genere puestos de trabajo para todos esos jóvenes que emigran porque aquí sólo encuentran ofertas precarias en el sector turístico.
¿Se imaginan? La materia prima y los profesionales están ahí. Pero hace falta algo esencial: unas instituciones públicas que apuesten por ello, trabajen a largo plazo y aprendan a colaborar.





