Hola, mi caballero.
Lo conseguiste. Te fuiste el primero. Sin avisar, parco en trámites, cero formalidades. Qué poquito fundamento.
Esta es la primera carta del resto de las cartas de nuestra vida. Voy a vivirte en cada párrafo hasta que el tiempo desdibuje tu cara y tenga que mirar nuestras fotos para saber qué aspecto tenía la persona que me quitó el miedo a querer.
Te escribo a ninguna parte, lo sé, pero qué quieres, no puedo sino agarrarme a las palabra como si fueran flotadores. Hoy hace veintiocho días desde que no estás. He descubierto que la tristeza profunda es como la mar de fondo: te arrastra hacia los fondos abisales sin darte cuenta. Cuando consiga llorar todo lo que te adeudo, se me va a llenar la cara de torrenteras. Agüita rala.
Contra todo pronóstico el mundo sigue girando. ¿Cómo es posible que semejante dolor no detenga la rotación de la Tierra? Hoy he sentido un pinchazo en el plexo solar, un horror intenso por no verte, por imaginarte a todas horas en todas partes. Mientras padecía en la pesada soledad de casa, en el parque jugaban los niños, ladraban los perros, se besaban los novios… Qué obscena me parece la normalidad.
He empezado a comer por prescripción facultativa. Ahora me alimento a base de filetes, entrecots, solomillos y un sinfín de insostenibles cortes de animales como los que te gustaba devorar a ti día sí, día también, bajo mi mirada reprochadora. Mira tú, ahora siento que esta ingesta de proteínas cárnicas es una especie de salvoconducto para llegar hasta ti. Fíjate si estoy loca que a cada bocado que trincho, pienso que te llevo un poquito más adentro.
He decidido enviar estas cartas a cada uno de los sitios donde estuvimos juntos. A lo peor las tirarán, a lo mejor alguien aburrido o con espíritu detectivesco las leerá. Qué importa. El caso es que sigas viviendo en esta dimensión de papel y tinta. Aquí nadie se atreverá a robarte. Si acaso la demencia o el Alzheimer, pero me he autoimpuesto la tarea de hacer un crucigrama y un sudoku diario para prevenir la aparición de estos males.
Justo hoy sopla un viento fresco, viene de mar adentro, cargado de sal y algas. Hoy hubiésemos ido al cine. Tú, palomitas y Coca Cola. Yo, regalices y agua. Qué distintos éramos en el comer, en el pasear, en el temer, en el andar… Tú cóncavo, yo convexa. Tú doméstico, yo asilvestrada. Y qué idénticos éramos en el pensar, en el querer.
Tengo que irme. Ahora voy a terapia. Por tu culpa, claro. Por haberte ido antes de tiempo. Tú siempre tan adelantado. Mi psicólogo me dice que debo hablar de ti en pasado, pero si de mí depende, seguiré hablándote en presente, incluso en gerundio. Ahora sólo quiero seguir viviéndote.
Te quise, te quiero, te querré siempre.
Para ti, todos los tiempos.
MJ
Con esta carta participé en el XV Concurso de Cartas de Amor y Desamor Novios del Mojón 2021. ¡Felicidades a los ganadores!